7.

    Estos días andamos seleccionando libros para desprendernos de ellos. Haciendo el clásico "donoso escrutinio", aunque no para quemarlos, sino para subirlos al Wallapop, que es algo que ni el mismo Don Quijote habría podido vislumbrar en el más alucinado de sus viajes. "Prepárate a morir, cobarde y descomunal criatura". "¡Claro que sí, guapi!". Yo hay muchos a los que renunciaría sin dudarlo, de no ser porque no valen ni dos euros y al final es más la labor de empaquetarlos y mandarlos por correo, por no hablar de los gastos de envío, que lo que íbamos a sacar por ellos. 

   Uno de los que voy a liquidar es "Sitio y defensa de Oviedo", de Óscar Pérez Solís. Una crónica, como su nombre indica, del sitio y defensa de Oviedo durante la guerra civil, escrita por alguien que lo vivió en directo. El valor histórico será incalculable, no lo sé, aunque en las redes están pidiendo unos veinte euros por ejemplar. 

   Pérez Solís fue uno de los introductores del comunismo en España, que más tarde se hizo un reaccionario de manual, con esa típica fiereza del converso. Un personaje digno de atención, psiquiátrica incluso, cuya figura representa como pocas a la del ex comunista que evoluciona súbitamente hacia el fachismo delirante para soltar en todos los foros a su alcance diatribas contra el peligro rojo. Fue pionero también de este movimiento, que hoy ya cuenta entre sus filas y fobias con miles de representantes, cuyas dramáticas experiencias en la célula maoísta del barrio, cuando aún las había, no paramos de escuchar en declaraciones y entrevistas. El ex comunista de salón es una auténtica plaga en los medios y partidos de derechas en estos tiempos, ocupando en ocasiones los más altos puestos de su querida jerarquía.

   Si bien a Pérez Solís hay que reconocerle cierto mérito, que es el que suelen tener quienes inician una tendencia, sobre todo si esta prospera. No sólo fue un comunista de los años veinte, con todo lo que esto implica, cofundador del Partido Comunista Obrero Español, la escisión primitiva del PSOE, sino que ciertamente vivió un asedio terrible y vio a mucha gente sufrir y morir en él. De hecho, mi bisabuelo Avelino pasó preso ese episodio, en una especie de cheka llamada la Brigada Penal de San Esteban de las Cruces. Y tengo para mí que ni sabía lo que era el fascismo; lo cazaron en Quirós por cuestiones más caprichosas que políticas. Se pasó el asedio cavando trincheras en Abuli, comiendo lo que podía, algún roedor incluso, y escuchando de cuando en cuando los lamentos agónicos de personas a las que embutían en toneles vacíos de sidra durante días y días - aunque esto último lo leí en un artículo sobre esa brigada penal en particular, que yo sepa él jamás relató nada semejante. Cuando empezó a desmoronarse el frente norte llevaron a los reclusos que todavía quedaban a las inmediaciones de Cangas de Onís y allí los ametrallaron en grupo. Mi bisabuelo se llevó dos balazos en ese reparto aleatorio de ráfagas, y supongo que fue casi un milagro que sobreviviera. En su libro "Los araxales de la vida" (un "araxal" es un pequeño terreno sin cultivar o cubierto de maleza que se suele formar por la partición de fincas mayores entre distintos herederos) mi tío Xulio cuenta que cuando falleció apareció en su velatorio el "llorar d'un desconocíu que nun se quitaba de xunta la casa y que-y llevaba tamién una corona de flores". Preguntó quién era ese desconocido, y le contaron que era un señor que no había muerto cuarenta y pico años atrás, y que no había muerto porque mi bisabuelo "escoyó arriesgar una falsa tranquilidá d'ex-cautivu por anular una orde de fusilamientu".

   Unos relatan el horror de una guerra a base de fanfarronadas grotescas y pretenden ser ascendidos al olimpo de la limpieza por llevar a cabo mezquinas venganzas. Otros eligen construir una dignidad sencilla, sin alardes ni laureadas, porque han comprendido la impostura y la doble cara que siempre esconde esa pureza presumida. Si buscas detrás de lo que unos callan, encontrarás el daño y las muertes que hubo también por su causa. Si buscas detrás del silencio de los otros, el perdón y la vida que salvaron despreciando un triste heroísmo. Ojalá supiese más de la biografía de mi bisabuelo, aparte de que fue segador, carpintero y flautista, y andaba siempre "calláu nel requexu d'una cocina de pueblu o llevando un pollín pel ramal o con un barril camín de la fonte...". La crónica de Óscar Pérez Solís, en cambio... por dieciocho pavos es tuya.    

Comentarios

Entradas populares de este blog

19.

135.

134.