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Mostrando entradas de mayo, 2021

72.

    Ana y Javi son atléticos. Son seguidores del Atlético de Madrid, quiero decir. A mí el fútbol no es que me entusiasme; me gustan los mundiales, es lo único que sigo con cierta atención, pero con los clubs me cuesta implicarme.     Supongo que soy del Real Oviedo, o al menos lo era, aunque a estas alturas no sé si sigue existiendo todavía. Ya debe de ser el Oviedo Imaginario o por ahí. De crío, desde mi ventana, podía verse una de las esquinas del antiguo Carlos Tartiere, y a veces me asomaba por si lanzaban algún córner y lograba emocionarme un poco. Pero creo que sólo llegué a pillar uno una vez, y fue muy decepcionante, así que al final lo único que podía distinguir con precisión eran los distintos tipos de gritos del público. El ¡gooool! atronador si marcaba el Oviedo; el ¡uuuuy! ascendente cuando había estado a punto; el ¡eeeeh! indignado cuando derribaban a un jugador y se exigía falta o penalti... Ovaciones, broncas, cánticos, oeoés...  De eso sí que sabía; había llegado a id

71.

    No puedo decir que conozca en profundidad la obra de Franco Battiato, aunque su disco "Nómadas" me lo sé prácticamente de memoria. Recuerdo que lo encargué en el Círculo de Lectores cuando era renacuajo, y durante un tiempo lo escuché casi a diario. Hubo varios singles en ese trabajo: "Bandera blanca", "Yo quiero verte danzar", "Perspectiva Nevski", el que daba título al álbum... Fue un auténtico éxito, y hasta Martes y 13 incluyeron una parodia en el especial de Nochevieja.     A mí había una pieza que me tenía fascinado: "La era del jabalí blanco". Me pasaba como con el "Yo soy la morsa" de los Beatles; estaba convencido de que alguien capaz de hacer funcionar una canción con ese título tenía que ser bueno por narices - y además en el caso de Battiato el vigor de las narices no ofrecía duda, porque aparte de espiritual era físico. ¿En qué piensas cuando decides escoger un estribillo que dice: "Espero que retorne pro

70.

    Leo el twitt lleno de corazones verdes de una señora que se queja de "la irresponsabilidad de algunas trabajadoras de la Cruz Roja" por "abrazar a un africano desconocido y sin protección alguna". Con esa falta de protección no sabemos si se refiere a la trabajadora o al africano, aunque el peligro potencial está claro: "contagiar a todo su entorno". Y es que es ya un hecho probado que cuantos más africanos se ahogan en el mar más se extiende la cólera en los países europeos limítrofes. Miles de personas empiezan a padecer extraños síntomas, como ardor guerrero, pérdidas de interés en las acciones, paranoias con hermanas que van a ser seducidas, delirios de grandeza nacional...     La verdad es que es un cuadro clínico curioso, quizá único, en el que los pacientes parecen cualquier cosa menos eso. Tu ves la escena y apostarías a que quien está sufriendo es el africano, pero resulta que no, que son la señora de los corazones verdes o enfermos semejantes

69.

    Ayer eché unas cuantas partidas contra el ordenador. En una llegó un momento en que tenía el mate; sólo un alfil controlaba desde su diagonal la casilla (o el escaque, bueno) donde debía ubicar mi pieza. Decidí ofrecerle un cebo suculento, una torre para hacerle perder la línea, y se la tragó sin más, en cuestión de milésimas. Calculó únicamente el beneficio material inmediato y no vio las consecuencias.     Por supuesto hay sistemas mucho más refinados y potentes que se habrían dado cuenta. Sistemas con millones de partidas en su memoria y una capacidad de análisis a la que muy pocas personas pueden derrotar. Kasparov las pasó canutas para vencer a Deep Blue, un trasto intratable, hasta que cayó en la cuenta del grave error que estaba cometiendo: jugar en el terreno de la máquina, donde todas las ventajas eran para ella. Abandonó la ortodoxia y empezó a buscar estrategias creativas, la poesía en lugar de la posición, y así venció al programa más sofisticado que había.     No deja

68.

    Hace algún tiempo ya que no escribo nada. La verdad es que me he enviciado con el ajedrez y ahora en lugar de seguir la actualidad miro viejas partidas. Estos días estuve intentando aprender algunos desarrollos de la nimzoindia, una posición que se llama así por Aaron Nimzowitsch. El gran Tarrasch decía de él que le gustaban las aperturas "feas", aunque Aaron era bueno en defensa y usó una magnífica al señalar que la belleza de un movimiento de ajedrez radica en la idea que hay detrás. La suya, así en general, fue cuestionar el principio clásico de que siempre hay que ocupar la centralidad del tablero, afirmando que este podía atacarse también desde los flancos con buenos resultados. En su libro "Cómo la vida imita al ajedrez" Kasparov recoge pensamientos y frases célebres de los jugadores más destacados, y sólo hay uno atribuido a Nimzowitsch: "¿Por qué tengo que perder contra este idiota?". A veces las buenas ideas pierden, qué le vamos a hacer, y en

67.

    Pablo Iglesias anuncia que abandona la política y los elogios en prensa no se hacen esperar. El diario AS, siempre deportivo, lo describía en un titular como "la mayor rata que ha habido en España", definición que atribuye a "deportistas sin piedad" - que supongo que serán como los sin fronteras pero en chungo. En El Mundo fueron algo más comedidos, aunque no menos comediantes, y le nombraron "el audaz importador del populismo", como si semejante cosa no existiera ya desde los tiempos de Julio César y mucho antes.     Pero bueno, el caso es que el líder de Podemos parece haber dejado una larga lista de "haters" a sus espaldas. Los haters, igual que el populismo, ni son un invento reciente - César tuvo también sus idus y brutos alrededor - ni hemos tenido que importarlos de ninguna parte, porque aquí en España los hay y los ha habido siempre como para exportar.     El otro día, en el supermercado, vi a un tipo intentando que despidiesen a una