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Mostrando entradas de abril, 2021

66.

   Ayer asistí - como oyente, o más bien lector - a un debate aquí en redes en el que alguien usaba el argumento de que Donald Trump y Marine Le Pen "no utilizaban los medios de comunicación". Me quedé aterrado, porque de ser cierto no comprendo cómo es que yo sé quiénes son Donald Trump y Marie Le Pen si nunca me los han presentado  formalmente. O Santiago Abascal, que por lo que dicen tampoco utiliza los medios de comunicación, y sin embargo su espíritu se nos manifiesta cada dos por tres, incluso en Vallecas. ¿Será cosa de brujería? ¿Tienen los candidatos de extrema derecha el don de la bilocación, de aparecer de pronto en nuestra vida cotidiana sin necesidad de recurrir a la prensa o a una ouija siquiera? ¿Los llaman "ultra" por su radicalismo o quizá por sus vínculos con el más allá, con poderes que el resto de los mortales no podemos ni imaginar? ¿Son almas atormentadas que vagan y hasta vaguean por otra dimensión, en mundos para lelos y oscuros en los que bus

65.

    Por lo visto la señora Ayuso ha recibido también un sobre con balas. Esto ya parece más una campaña bélica que electoral. Precisamente ayer leía un artículo en el que explicaban que el gasto militar está batiendo récords durante la pandemia, sin que nadie entienda muy bien por qué. Casi dos billones de dólares se han gastado los gobiernos en armas, no sé si norteamericanos - los billones, quiero decir, que los dólares seguro que sí. Y ahí tienes el resultado: la peña no sabe ya ni qué hacer con tanta munición. Como no empecemos a darle salida pronto al arsenal acumulado durante años, durante décadas de fundirnos la viruta en plomo, acabaremos mandándonos misiles tierra-aire unos a otros. Serán el regalo ideal para esa boda a la que te han invitado y no tienes ganas de ir. "Claro, tío, envíame las coordenadas exactas del enlace al móvil...".    Cuando yo era crío ya había carteles protestando por la cantidad de pasta que se iba en cazas y submarinos y demás, calculando tod

64.

    Leo que la foto que aparece en el cartel/bulo de Vox en el que dicen lo que nos cuestan a los españoles los "menores no acompañados", que según mis cálculos es una cantidad muy inferior a la que nos gastamos en cosas fachas, no retrata a un menor, ni a un inmigrante, ni se sacó en España. Proviene de un banco de imágenes, y fue tomada en Bangladesh por un tal Ahnaf Piash. El modelo prefiere mantener su anonimato, y es normal, porque imagínate que un día apareces tú en una campaña de la ultraderecha alemana por ejemplo como el tipo o el arquetipo de individuo que les roba sus cuartos a las yayas. Yo me cago, vamos, y no sólo en dios, sino de miedo sólo de pensar en todos los nazirulos de allí con mi careto en su punto de mira, que no es lo mismo que el de vista, y buscando mi dirección para enviarme un sobre lleno de balas o yo qué sé. "¡Putos españoles!¡Vienen aquí a quitarnos el trabajo!". Que yo nunca he entendido ese razonamiento, por lo que a mí respecta cua

63.

    Ayer asistimos a un primer ensayo de las elecciones. Había que elegir entre el debate de las madrileñas - y madrileños - o la entrevista a Rocío Carrasco, y si no me equivoco la segunda opción ganó por goleada.     Nosotros también vimos a Rocío. Un rato, como media hora, y luego nos acostamos a leer. Ahora estoy con "Los papas malos", de E. R. Chamberlin, un estudio sobre las aventuras y desventuras de los obispos de Roma durante el medievo, que las había como para hacer un culebrón venenoso, aunque para papa malo el de Rocío Flores. Si yo llevase un cuarto de siglo viviendo a lo grande a costa de mi ex te aseguro que no la pondría a parir, y hasta le mandaría un detalle para celebrar nuestros divorcios de plata. Un pasaje para un crucero de lujo por el Tirreno para que lo disfrutase con su maromo preferido. Que además de un ex marido también es un ex guardia civil, y no veo yo que con esa señora se ponga tan desafiante en la tele, a pesar de que seguro que no sacó ni un

62.

    Hoy cumplo 46 tacos y supongo que debería decir algo, aparte de que soñé que me ahogaba en un abismo submarino lleno de dibujos - lo juro - de los personajes de "Aladdín". Que lo de ahogarse y el abismo pase, no deja de ser una pesadilla bastante normal, pero lo de la película de Walt Disney ya es demasiado freudiano, sobre todo porque ni la he visto nunca ni la he oído mencionar desde hace décadas. Aunque con 46 años ya tienes tal cantidad de agujeros negros y chatarra espacial en la cabeza que no sabes ni por dónde empezar, y en realidad lo que se hace habitualmente es un diminuto resumen, sacar a relucir una pequeña muestra de las averías cerebrales que esta vida nos produce. Escribirlas y describirlas por si sirve de algo, si bien al final cada día se te hace más evidente que no.    Yo creo que el problema es que buscamos soluciones, que son como respuestas glorificadas, y que mientras lo hacemos tendemos a complicar y joder las cosas más todavía. Los humanos somos co

61.

    Veo un titular en el que aparece la expresión "genoma del funcionario" y no puedo evitar leer la noticia. Al parecer la Junta de Andalucía ha planteado usar "inteligencia artificial" - quizá porque la inteligencia natural de muchos de sus miembros es más imprecisa - "para recopilar opiniones de funcionarios en redes". Pero no para detenerlos en caso de que sus publicaciones atenten contra los valores de España, sino para "retener su talento" y luego incorporarlo a un perfil que se hará de cada uno de ellos. De modo que quizá en breves veremos sustituido el clásico "menuda cara tienen los funcionarios" por un "menudo Facebook" mucho más acorde con los nuevos tiempos.    Claro que a lo mejor sería bastante más práctico y barato crear directamente una red social para funcionarios, y que expongan allí su talento o su talante o lo que sea. En vez de contratar gente para que les hagan un perfil pues que se lo hagan ellos mismos,

60.

   El fin de semana se celebró un mitin de Vox aquí en Cercedilla. No me acerqué, claro está, entre otras cosas porque el público de los discursos se parece cada vez más al de los concursos. Están ahí haciendo el ganso, aplaudiendo y chillando y bailando incluso para ver a otros llevarse la pasta, y aunque mi sentido del ridículo es bastante relativo eso no quiere decir que no exista.       Además, el concurso de Vox es un poco como el Grand Prix de Ramón García pero con la gente cabreada. Gran País podría llamarse, con sus troncos locos, sus toros pichichi, su prehistorix, sus rompepuertas y su ¡a por Caperucita!... Parece una versión sin diversión - ni por supuesto diversidad - del mismo espacio, y puestos a elegir prefiero los de preguntas y respuestas, que por lo menos no sacan tanto trompazo sin sentido. Claro que eso es en la tele, porque en política tiene uno la impresión de que los candidatos dicen lo que les da la gana y cualquier contestación se considera válida, tenga o no q

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    Ayer estuve echándole un vistazo a un debate sobre las incorrecciones - en este caso no políticas, sino ortográficas - de la nueva consejera de Educación y Cultura de Murcia, doña María Isabel Campuzano. Entre los comentarios se podían leer faltas y faltosos de todo pelaje, aunque me produjo cierta ternura uno de un señor que afirmaba que esa clase de errores al escribir no tienen importancia si lo que se dice es "comprensivo". A punto estuve de darle un "me gushta" al estilo Rajoy.    De hecho, me recordó ese traspiés suyo tan espléndido de "somos sentimientos y tenemos seres humanos". La frase es de una profundidad mariana - "mariana" no por el ex presidente en este caso, sino por la fosa oceánica - y de haberla pronunciado en serio se habría ganado mi voto. Hay lapsus que a veces conducen a hallazgos magníficos, mucho mejores que el pensamiento original, y este de perdonar las faltas de ortografía si lo que se dice es comprensivo me parece

58.

    Leo que en Francia "varios ministros son acusados de acudir a cenas y fiestas clandestinas", y me quedo unos segundos pillado, pensando en lo que ha cambiado la clandestinidad política desde esos tiempos en que lo que hacían sus practicantes era esconderse en diminutos pisos francos (o no-francos en España, bueno). Hay que reconocer que en eso sí que hemos mejorado; del sórdido apartamento en la periferia para digamos apartarse de las autoridades se ha pasado a "lugares exclusivos de París", a unos destinos clandestinos vip a los que no sorprende que hasta esas mismas autoridades quieran acudir en masa.    En su libro "Camboya. El legado de los Jemeres Rojos", Mark Aguirre cuenta que hay un restaurante allí en el que se sirven menús como los que se servían en los campos de prisioneros de Kampuchea, o sea, agua manchada y poco más. Para hacerse una idea de lo que fue aquello, porque hasta los camareros van vestidos de época, y supongo que si te has olvi