34.

    Los trabajos universitarios de Cristina Cifuentes son como Steven Seagal: difíciles de encontrar. De entrada tienen toda la pinta de ser trabajos convencionales, irrelevantes incluso, pero cuando intentas ir a por ellos de pronto descubres que han estado en Corea, en Vietnam, en Panamá y que tienen el corazón púrpura, aparte de ser expertos en camuflaje y tácticas de evasión. Como de costumbre la izquierda progre piensa que todo esto no tienen ningún sentido, aunque los trabajos de Cristina Cifuentes sí que estuvieron allí y saben la verdad, el esfuerzo que supuso ocupar todas aquellas líneas sin apenas tiempo y con las fuerzas casi agotadas. Había que tener la moral muy alta y una buena dosis de heroísmo o algún sucedáneo resultón para hacerlo. Y si algún error se cometió, fue que los enviaron a un lugar desconocido, lleno de comunistas, para dejarlos ahí a su suerte y sin que nadie se preocupara por su destino final. Esos malditos burócratas fueron los culpables en el fondo. Así que ahora difícil de encontrar 1, difícil de encontrar 2 y difícil de encontrar 3 son los trabajos universitarios más perseguidos de todo el país por defender ideas que a mucha gente le resultan incómodas y ser conscientes de realidades que las personas comunes no están en condiciones de mirar frente a frente.

   De modo que no van a entregarse así como así: mantendrán firme su posición hasta el final, como en la colina M-537. "¿Se acuerda usted de lo que pasó allí, doña Cristina?". "Pues ahora mismo no, pero seguro que ocurrió, vamos". Hay trabajos que se conforman con una vida tranquila de archivo, otros buscan el reconocimiento y la fama, aunque los trabajos de está señora están hechos de otra pasta y tienen un valor que ningún abogado con sus elegantes trajes a medida podría cuantificar, porque es algo que se lleva muy adentro. Un valor que sólo se revela cuando no queda más remedio, estás acorralado y tienes que afrontar el sacrificio por España. 

    Dios santo, esos trabajos deberían recibir una medalla, un cum laude o algo. En lugar de intentar capturarlos en la red, de enviar a la policía a ver si son capaces de localizarlos y reducirlos para que luego los podamos encerrar en una sórdida memoria, deberíamos honrar la suya y pararnos a pensar en todos esos trabajos universitarios que fueron enviados a Seur o a alguna remota nube digital sin que nadie volviese a tener noticia de ellos. Sólo sus atribulados padres y madres, que cada día los echaron de menos y se quedaron como en suspenso al enterarse, llorosos y fuera de sí por ese querido trabajo que había desaparecido de repente y no sabían cómo sustituir. Aquí está Laura Fernández, obsérvenla: trescientas siete páginas sobre las células procariotas le arrebataron de su hogar, o Joaquín Cienfuegos, que tras dos años estudiando la escuela alegórico-dantesca en la obra de Juan de Mena se quedó sin nada, ni un recuerdo siquiera de aquellos oscuros episodios, y en un estado de delirio y postración mental que no sé si somos capaces de imaginar siquiera. 

   ¿Y vamos a condenarlos por ello? ¿Merecen nuestro desprecio, cuando en el fondo no son sino víctimas del exceso de confianza en un sistema que al final les falló cuando más lo necesitaban? Yo digo que no, y que aunque a difícil de encontrar 1, difícil de encontrar 2 y difícil de encontrar 3 tal vez los han engordado un poco más de la cuenta, sobre todo a difícil de encontrar 3, que cuando tiene que saltar de un edificio a otro más que el código penal parece que está incumpliendo la ley de la gravedad, en la práctica son simples comandos que siguen órdenes que a veces se pueden malinterpretar. Hagamos un poco de autocrítica, y reconozcamos que en lo más hondo de nuestro duro disco seguro que hay también algún pdf que se perdió una tarde, un texto en el que algún día depositamos toda la ilusión y que tal vez hasta nos conmovió y que si hoy quisiésemos encontrar seguramente no podríamos. Los trabajos de Cristina Cifuentes son algo más que simples trabajos universitarios: son el espíritu de nuestra nación, el cimiento sobre el cual se ha construido este glorioso país y que todos sabemos que está ahí aunque no pueda verse. Porque se puede sentir, como ella lo siente, cosa que ya ha dicho varias veces y que consta en acta, de modo que no sé qué otro sentido tiene seguir con un absurdo como este... Y eso es todo lo que quería decir, Señoría.    


Comentarios

Entradas populares de este blog

19.

135.

134.