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    Se ha hecho viral el vídeo de una señora llamada Tatiana Ballesteros en el que al parecer (no lo he visto; estoy esperando a que salga el libro) pide "un capitán" que nos guíe.

   Bueno, el digamos "capitanismo" no es que sea un sistema original. Buscar al hombre carismático que nos libere y tal es más viejo que los caminos, y en la España del último siglo podríamos seguir su rastro desde el cirujano de hierro de Joaquín Costa, que reclamaba para extirpar el caciquismo endémico de la Restauración, hasta la señora del anuncio ochentero que perseguía desesperadamente a Jacq's, por lo que recuerdo encendida también por la pérdida de las colonias.

   En estos dos casos las intenciones eran evidentes, o al menos se insinuaban con alguna claridad, aunque doña Tatiana no especifica qué clase de machote pretende endosarnos o endiosarnos incluso. Para ser criminóloga da muy pocas pistas sobre los rasgos o el plan que tendría bajo su capa capitanesca para sacarnos de este barrizal demagógico en que vivimos y llevarnos en su caballo blanco al edén de la patria floreciente, ahí agrupados todos en la grupa del bello animal. ¿Se trata de un capitán de navío o de infantería? ¿Es casto y castizo o acaso un rudo capitán de los tercios, como el Alatriste de Reverte, el que va a revertir la terrible situación...? Porque por lo que he leído sólo indica que "no se encuentra entre la clase política", que es un poco como decir que es moreno y de mediana estatura. Como sea así de precisa doña Tatiana en sus informes policiales se nos van a meter los ladrones hasta la cocina. ¿Porta armas por la calle el capitán? ¿Son su reino o su república de este mundo? ¿Se dirige también en lenguas cooficiales al parlamento o un oficial así de gallardo no necesita siquiera parlamentar para dirigirnos? ¿Nos va a convencer a todos para que lo sigamos al fin del mundo sólo con un bolero y un clavel...?

   Toda esta moda de hacer política asegurando que no se está haciendo política no sólo es confusa al final, sino que empieza a resultar un poco cansina. Así empezaron los de Falange, diciendo que ellos no hacían política, supongo que porque creían estar haciendo ciencias naturales o no sé, y luego ya ve usted... Los partidos presuntamente apolíticos siempre tienen el misterioso don de acabar transformándose en partidos únicos en cuanto se presenta la ocasión, ya que en el fondo interpretan que no hacer política equivale a hacer lo que ellos digan, a ponernos un maromo uniformado que nos chulee. Pero el problema de este país no es que se haga demasiada política; es que no se hace ninguna en la práctica. Sólo paripés. Así se abona el terreno para sembrar las formas más innovadoras de paternalismo autoritario, para declararnos menores de edad y ascender al Capitán Hispania de turno de personaje de Superlópez, que es lo que es, a héroe redentor.

   Tampoco se trata de nada nuevo. Convencer a una población de que necesita ser tutelada por salvadores galácticos es una condición previa indispensable para cualquier tipo de dictadura o dictablanda, y todas en realidad parten de esa premisa: de la insuficiencia para autogobernarse del pueblo al que rigen. Y aquí en España el desprecio por nuestra capacidad colectiva para pensar y decidir está tan arraigado después de siglos de grandes capitanes que cualquiera que nos llame imbéciles a la cara y nos diga que necesitamos que nos pongan un babero (por supuesto excluyéndose, porque ellos siempre están libres de esa imbecilidad española, son o se creen la excepción) obtendrá de inmediato un fervoroso aplauso. Ignorantes lo somos todos, nadie se libra de una generosa porción de estupidez, pero eso no quiere decir que lo seamos más que otras naciones. Tal vez lo que pasa es que tenemos complejo de simples, que al final a base de insistir nos han acabado vendiendo esa moto para buscar a Jacq's personas no sé si interesadas pero desde luego muy poco interesantes así en general (o en capitán, bueno). Tan idiotas como el resto por lo menos, aunque con el agravante de que no se han dado cuenta todavía y prefieren seguir siéndolo como siempre antes que pagar el alto precio de crecer y ser un país adulto de una vez por todas, listo para ordenarse y darse órdenes a sí mismo. Para cometer sus propios errores y comérselos si lo tiene que hacer. 

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