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   Hoy tuve un sueño muy loco, de esos que cuando te despiertas no sabes si contar ni cómo hacerlo.

   Para empezar, no sé cómo participaba en una prueba de canto para entrar en los Bee Gees, por supuesto sin éxito. Cuando tenía que dar el "stayin' alive" de pecho, con la voz en falsete y todo, resultaba un auténtico desastre, si bien eso tampoco me pillaba por sorpresa, ya que cantar nunca fue lo mío. Ni en el coro del colegio me dejaron entrar, y seguro que Freud habría encontrado aquí un montón de implicaciones y claves, además de las de sol, claro que el psicoanálisis es un poco como "El señor de los anillos" pero rodado en interiores. Las primeras partes están bien pero las siguientes en fin... Cuando dicen que van a analizar tu personalidad nunca sabes si la expresión viene de análisis o de ano.

   El caso es que, a pesar del fracaso freudiano, decidía contar lo de mi prueba musical aquí en el blog. Con las chorradas que cuento habitualmente explicar que había estado a punto de entrar en los Bee Gees parecía toda una vacilada, la verdad, aunque de pronto tenía la sensación de que eso ya había sido contado antes en otro lugar y de que en realidad sería un plagio. La sensación y la duda, porque en el fondo no estaba seguro de si lo era o no, y pese a que en general y ante la duda suelo optar por el plagio, en el sueño me venían unos extraños escrúpulos y trataba de recordar con más precisión. Al final resultaba que sí, que de mi mente emergía con claridad un anuncio de dentífrico en el que un señor se quejaba de no haber podido entrar a formar parte de los Bee Gees por no usar la pasta de dientes adecuada. Por un lado tenía sentido, puesto que en ese grupo la piñata era algo muy serio, aunque por otro no, por el sencillo motivo de que si un publicista te viene con un proyecto así lo despides de inmediato. "¿Está usted insinuando que nuestros productos de higiene dental dejan a la gente la voz de pito...?". Entonces le preguntaba a Ana si conocía ese anuncio para cerciorarme, y ella me miraba con la misma cara que pone cuando le compongo canciones a nuestro gato Poe. También su actual editor, Marcus Versus, que no sé por qué andaba por mi subconsciente (creo que nunca antes había soñado con él) y me observaba ya como un psiquiatra fumando en pipa. Con expresión de estar pensando si debía llamar o no a una ambulancia.

   Bueno, así es el mundo onírico, y cosas peores maquinan algunos despiertos. Pero lo cierto es que entre todo este galimatías sin sentido pude sacar algo interesante. En un momento dado hablaba con alguien de Santiago Abascal y se lo describía con un adjetivo del que todavía me acuerdo: "paladinesco". Por la mañana aún lo tenía en la cabeza, y me pareció una palabra estupenda, que no sé si será un plagio o no pero me la suda. Dicha en asturiano podría dar la impresión de que se refiere a un presidente de Rumanía: Paladinescu, pero en castellano me parece un término formidable para describir personalidades freudianas como las de ese señor, que por otro lado tiene algo de presidente rumano también. No sé si es el más exacto, claro que es uno de los menos denunciables ante la justicia que se me ocurren para definir a esa gente que siempre está metida en todas las peleas que hay pero nunca por culpa suya. Siempre a causa de los otros, que "les buscan". El paladinesco anhela mandar en su subconsciente, ascender a estadista autoritario o paladinescu, si bien no se da cuenta de la profunda contradicción estadística que hay en sus afirmaciones. Porque vamos a ver, tío, te puedes meter en una bronca sin comerlo ni beberlo, vale, pero si todas las semanas andas a hostias al final tienes que ser consciente de que el denominador común en las tanganas que se lían eres tú. Y no hace falta ser Freud para verlo... Si acaso, sólo para determinar en qué fase o desfase de tu carácter estás, si tienes la libido en la axila o a punto de pedir auxilio. Aunque hay que saber distinguir, eso está claro, los sueños de la realidad y la sensatez de la locura, que como alguien dijo una vez no es más que hacer siempre lo mismo y esperar que se produzcan resultados distintos. Como la política española más o menos.  

 

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