91.

    Este año tuvimos unas vacaciones algo ajetreadas, de esas en las que cuando vuelves lo que más te apetece es descansar. Ajetreo nivel Ana y yo, quiero decir, que somos más caseros que la familia Monster. 

   Primero pasamos unos días en Vinuesa, en casa de nuestro amigo Bernardo Santos - que sin duda es un auténtico Santos. Camino Soria, como los de Gabinete Caligari, que es un lugar que yo sólo había visitado en una ocasión, durante un campamento de verano allá por el pleistoceno. Lo único que recordaba era un calor infernal, largas caminatas supuestamente edificantes por eso que Machado llamaba páramos de asceta, aunque sin rastro de la sombra de Caín para por lo menos resguardarse un poco en ella. Sólo un sol abrasador, pesante, derritiéndonos la sesera a los pobres preadolescentes que habíamos ido a dar allí. También nos la derretía pero bien el monitor, que era uno de esos tipos que se sienten como obligados a explicar cada cosa que ven con prolongadas divagaciones que nunca sabe uno cuándo van a parar, igual que las marchas que nos obligaba a hacer. "Mirad, eso es caliza... ¡y eso cuarcita!... ¡Qué maravilla, dios mío...! Porque la cuarcita blablablá...". En su libro sobre los césares Suetonio cuenta que una vez Nerón ordenó ejecutar a un tipo porque tenía "cara de pedagogo", y al leerlo me vino a la mente la jeta de aquel señor, que por supuesto no lo merecía. Pero con cuarenta grados a la sombra de Caín hasta te lo piensas.  

   Básicamente ese fue mi caminar por Soria, y supongo que por eso ningún crítico literario me ha incluido jamás entre los miembros de la generación del 98, con lo fácil que es entrar en ella. Si dos autores tan distintos y distantes como Baroja y Valle Inclán pertenecen a la misma cualquiera puede, basta con estar muy preocupado por España, que es algo para lo que no hace falta más que vivir aquí. La generación del 98 es un poco como esos comandos de robots de los programas japoneses en los que cada cual tiene sus particularidades y su marca personal - dragón, delfín, meteoro, alimoche... - si bien no se sabe muy bien por qué están todos allí juntos, aparte de para derrotar a sus enemigos espaciales. En los manuales se les suele oponer al modernismo, aunque en realidad el modernismo lo inventaron ellos, al menos en lo que a series de acción se refiere, por no hablar de esos grupos musicales tipo Back Street Boys. Claro que ya se sabe cómo funciona el asunto: todo lo que se descubre por españoles se lo apropian los extranjeros y luego ni un porcentaje nos dan. ¿Cómo no vamos a estar preocupados...? Votando a Vox deberíamos estar, que es como estarlo aunque a lo loco, con enemigos todavía más figurados y exóticos que los de Bioman. 

   Pero vamos, que con Bernardo descubrí una Soria mucho mejor. Una mañana nos llevó a Ana y a mí a la Laguna Negra, que es donde sus retoños arrojaron el cuerpo de Alvargonzález en el romance después de propinarle un hachazo en el cuello y varias puñaladas. Pura historia de España, esta sí, porque como alguien explicó una vez lo que dicen los filósofos parece que es verdad pero es mentira, y en cambio lo que dicen los poetas parece que es mentira pero es verdad. Y es que este es un país bellísimo, de una hermosura que te puedes caer de culo vayas donde vayas, aunque procura no acercarte demasiado al fondo porque no veas lo que puede salir entonces. Cadáveres y cadáveres... Bernardo nos contó durante el paseo que años atrás le había visitado un conocido de algún país de hispanoamérica que no recuerdo, un experto en la poesía de Machado que al ver por primera vez ese lugar se puso a llorar. Y eso que no es muy grande, o al menos no tan grande como yo esperaba. Quizá porque la grandeza es algo que nunca supimos medir del todo en estas latitudes. Demasiadas veces nos dan la lata con ella, pero son muchas menos esas en las que podemos detenernos un rato y sentirla latir... Su corazón vivo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

19.

135.

134.