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    Leo un artículo de Helena Cortina (psicóloga forense) sobre la agresión homófoba en Malasaña que tanta controversia está generando. Ciertamente no fue un grupo de encapuchados el que grabó la palabra "maricón" a cuchillo en las nalgas del denunciante, que en principio dio una falsa versión de los hechos, sino un grupo de "clientes" que pagaron por hacerlo. Se suele decir que el cliente siempre tiene razón, claro que la de estos está todavía por demostrar, porque menudos perturbados. Si bien al final se salieron con la suya, y no sólo ellos lograron humillar al chaval y hacer sangre por un módico precio. También muchos medios de comunicación, que al menos podrían haber contado la historia tal y como sucedió.

   La cuestión aquí está en determinar hasta qué punto es legítimo pasarse de la raya con alguien si esa persona acepta, al menos en principio, una compensación a cambio. Si existe o no esa raya. Por lo común se asume la de la mayoría de edad, que un menor o una menor no están capacitados todavía para dar ese consentimiento, pero cuando se han superado los dieciocho años (el chico de esta historia tenía veinte) el asunto ya se vuelve más resbaladizo y un porcentaje estimable de la masa pensante ya considera que debe ser lícito caer. Que si has cogido los cien euros luego te jodes y te callas si los consumidores consuman la barbaridad pactada. "Acto voluntario" es la expresión que se suele utilizar, o incluso "libre mercado". Si tienes pasta puedes hacerte un penne a la puttanesca a tu gusto, o unos macarrones bien macarras sin que nadie te pida más cuentas que la que ya has pagado. Un porro no, que afecta a tu salud mental, pero rajarle el culo a un chaval que casi acaba de salir del instituto no está tan claro... ¿Por qué no, oye? ¿En qué afecta eso a la cordura de los clientes, cuya razón es además proverbial? ¿O a la de quien se somete para que le hagan toda clase de bestialidades a cambio de un papel? Si la libertad anda por ahí pululando pues perfecto. No hay más que discutir. No somos nadie para juzgar ni el seso embrutecido ni el sexo brutal de otros, cosa que sería cierta de no ser porque no es eso lo que se está valorando en el fondo, sino si algo condicionado (por la necesidad, por la codicia, por el miedo... ) puede calificarse realmente de "acto voluntario". Y es que hasta donde yo entiendo el idioma son conceptos tirando a opuestos.

   ¿Puede algo estar condicionado y ser voluntario al mismo tiempo? Esa es la pregunta. Quizá sí, aunque entonces esto se puede extender a todo, y hacer algo porque te están apuntando con una pistola podría ser una decisión tan libre como hacerlo porque necesitas comer o pagar las facturas o sentirte más protegido con mil euros extra en el banco. Las amenazas son distintas, vale, más o menos graves, pero todas son amenazas, y todas dan miedo. El hambre da miedo. La pobreza da miedo. La inseguridad da miedo... Tal vez no tanto como que te peguen un tiro, aunque evidentemente pueden influir en nuestra capacidad para decidir, en nuestra libertad, y llevarnos a hacer cosas que en otras circunstancias nunca haríamos. Cosas que ni nos interesan, ni nos producen placer ni más beneficio que el de salvarnos de una situación amenazadora. Así que en estos casos  la cuestión sería decidir hasta qué punto alguien puede aprovecharse del miedo o la debilidad física, mental o económica de otros para causarles un daño; no si lo aceptan. Dónde están las líneas que no se pueden cruzar, si es que las hay.  Porque ver tampoco es que se vean mucho últimamente... Sólo las que algunos trazan a navaja  y otros comentan escandalizados por las mentiras de quien las sufrió.


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