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    Leo que un falso conde presidía la Real Asociación de Hidalgos de España. Bueno, entre toda la multitud de personalidades fake que circulan por ahí yo diría que la de falso conde es la tercera más utilizada, justo por detrás de la de falso Elvis - rey del rock nada menos - y la de falso propietario de una empresa en Panamá. Es más inusual ver otro tipo de aristócratas de pega, pero el título de conde no sé qué esconde que atrae a los imitadores de una manera casi viciosa. Podría pensarse que es el más literario de todos, aunque también hubo barones de Münchhausen, marqueses de Bradomín y vizcondes de Bragelonne capaces de estimular la imaginación nuestros queridos impostores con la misma eficacia que Dráculas o Montecristos. Así que supongo que al final este tipo de sucesiones suceden ya por pura costumbre. Si el hábito no hace al monje por lo visto al falso conde sí, y bien pensado tampoco es que los auténticos puedan alegar motivos mucho mejores, ya que la cacareada tradición secular no deja de ser una costumbre glorificada. Si los nietos, bisnietos, tataranietos y etc. siguiesen ostentando su título familiar con el orgullo debido llegaría un momento en que la situación podría volverse complicada, porque distinguir otras cuestiones puede hasta resultar sencillo, claro que distinguir la propia distinción ya es casi un dilema filosófico sobre el que poco sabemos. Sólo esos señores expertos en genealogía y heráldica, si bien este individuo también lo era al parecer, un "incansable estudioso" de la materia, y ya ve usted... Incluso su condición de conde confundió.

   Encima eligió Villarreal como condado, que visto lo visto ya no tenemos claro si será realmente real el lugar o una de esas célebres villas "de las dos mentiras" que tanto abundan en nuestra geografía. Como Villamayor, que ni es villa ni es mayor, y tantas otras con las que te encuentras casi en cada carretera comarcal. Cierto que ya puestos a hacer el paripé a lo grande, y a lo grande de España además, pues buscas el atrezo adecuado, y no como ese falso médico que andaba por el hospital de Oviedo con una barba postiza pensando que así no llamaría la atención. Y en ese sentido Villarreal es mucho más creíble que Villaimaginaria por ejemplo, qué duda cabe. Aunque por otro lado se da la paradoja de que si escoges la segunda de algún modo el producto final es más legítimo. Ser el falso conde de un sitio que no existe es algo que nadie te puede negar, para empezar porque no es algo que esté regulado ni por la tradición siquiera, de modo que cuanto más ficticia sea la villa más fundado se vuelve el título nobiliario, y ya si es doblemente falsa pues calcula. El conde auténtico es el que debería ir a la cárcel en ese caso, y el falso disfrutar de todos los privilegios y prebendas de su fantástica nobleza, incluso si el monóculo, la patilla y el mostacho homéricos son del chino. A mi modo de ver ese sería el tipo de aristócrata correcto para buena parte de las villas españolas: más fácil de distinguir y si me apuras hasta más distinguido que la mayoría de los que se ven por ahí, tan rancios y estirados y dudosos al final. Estoy totalmente a favor de los falsos condes, y de hecho son los únicos que comprendo y disfruto, los únicos ante los que de verdad me apetece hacer una respetuosa reverencia. Desde aquí le envío una al de Villarreal. 

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