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    Estos días parece que ha vuelto a resurgir el debate de si se puede ser rico y de izquierdas. Todo un clásico de la demagogia. Igual no sería mala idea hacer un recopilatorio con todos estos grandes éxitos, como el "¡Boom!". "Vete a Cuba", "Con los musulmanes no te atreves", "Sin el rey no existiría la democracia (balada)", "Se va a ir la inversión extranjera"... Los temas que más se bailan unidos por fin, que los pones en las gasolineras inglesas, ahora que está todo el mundo loco por comprar algo allí, y te forras. Claro que entonces igual ya no podrías ser de izquierdas, o tendrías que disimular un poco al menos y decir que no eres de derechas tampoco. "¿Cuál es tu ideología política?". "La tecno mix...". "¿Y eso qué es? ¿El robot de cocina ese que venden...?". "Algo parecido, aunque con un programa también para la libertad... Con la ideología tecno mix no sólo ahorras dinero, sino que puedes solucionar todos los problemas domésticos de tu país casi sin darte cuenta, y si la votas durante este mes te rebajamos un 3% de tus impuestos...". "Caramba, Jack, esa sí que es una oferta atractiva...". "Es perfecta para emprendedores y autónomos, o para amas de casa que no quieren hacer otra cosa, y si no tienes tiempo para pensar la ideología tecno mix te libra de esa engorrosa carga para que puedas emplear tus ratos de ocio levantando este maravilloso juego de mancuernas marca España que te regalamos con cada solicitud de afiliación...". "¡No me digas!¡Pero eso es fanático, Jack...!". "Fantástico, Bill; es 'fantástico'... Siempre la cagas al final, tío, y llevamos ya como veinte tomas del parlamento que no salen... ¿Es que no hay nadie más por ahí que sepa hablar por lo menos...?".

   La verdad es que hasta yo tengo mis dudas, y a pesar de que ni siquiera en el marxismo hay ningún precepto que prohíba a la gente ganar dinero con holgura, sino más bien con holganza, a costa del sudor de otros, es cierto que un rico de izquierdas es uno de esos ejemplares que suelen escamar un poco al personal. Parece que siempre esconden algo, y ya si es una cuenta en las islas Cocodrilo ni te cuento. Estar en contra del capitalismo y adaptarse con éxito a él no acaba de cuadrarles a muchos, que consideran que a partir de cierta cantidad, y para predicar con el ejemplo, todas esas obscenas ganancias deberían ser redistribuidas de inmediato entre los blogueros nacidos en Oviedo y residentes en Cercedilla si de verdad pretenden que nos creamos sus milongas o que escribamos sobre ellos de manera más indulgente. Porque a partir de los 500 euros seguro que nos convencerían, y de 3000 para arriba ya les haríamos elogios ilógicos, panegíricos desmedidos y babosos afirmando que desde el Che Guevara no se había visto nada parecido, un izquierdismo tan brutalmente auténtico y en la vanguardia de la radicalidad. Pero mientras tanto que se aguanten, que si acaso a mí los que conmueven son los pobres, los que no tienen ni un mendrugo que llevarse a la boca o se ahogan en masa mientras los de la tecno mix siguen vendiendo su producto y hasta su productividad como si fuesen la panacea, y con más consumidores cada día. 

   Me figuro - no lo sé - que ser de izquierdas es aspirar con una honestidad suficiente a que eso deje de suceder. Y vivir de una manera digna y cómoda no me parece que entre en contradicción con estos principios, ni siquiera la pereza elegante, como ya explicó Paul Lafargue, que si eres cubano y te llamas así ya se adivina hasta que acabarás casándote con la hija de Marx. Dónde está el límite no lo sé, aunque supongo que alguno tendrá que haber si lo que predicas es que el derroche y la codicia son un cáncer, la patología social en la que tienen su raíz todas las injusticias. Así que, digo yo, al final no es conseguir cierta riqueza sino ambicionarla sin pausa ni criterio el verdadero problema. Pensar que el  triunfo personal, la vida plena, se mide en los dólares que has podido apropiarte en vez de en querer acabar a toda costa o incluso en todas las costas si me apuras con los dolores ajenos. Porque eso ya es ser de derechas, queridos. No lo compréis.