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    Dice Casado que el PP "no es un talent show de megalomanías". Una lástima, porque es la mejor definición del partido que he escuchado jamás. Ni centro derecha, ni derecha europeísta, ni neoconservadores: un talent show de megalomanías es la categoría ontológica perfecta para estudiar ese ser y sus propiedades. Las otras a su lado son simplemente tontológicas, invenciones más o menos sonoras y aparentes pero que no reflejan en absoluto su verdadera esencia. "¡Eureka!", debería haber gritado Casado tras hacer semejante declaración, para dejar a los reporteros ya del todo pasmados. Y luego: "Toda economía sumergida experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al volumen de liquidez y viviendas que se desalojan... ¿Lo sabían ustedes?". Con una toga candida de esas, para que se notase que la cosa va completamente en serio y no es una mera especulación. Aunque en lugar de aprovechar el mayor y más genial de sus descubrimientos hasta hoy lo que ha hecho nuestro querido Paulus Nupta "el joven" es negarlo, rechazar lo que muy bien podría haber sido una frase histórica sin demostrarnos siquiera por qué o darnos una explicación alternativa. "¿Y qué es entonces, maestro? ¿Un limbo lleno de ideas inaccesibles al conocimiento humano? ¿Una caverna? ¿La imperturbabilidad del espíritu español? ¿La unidad de...?". "¡No!". Cuando ya estábamos a punto de vislumbrar por fin qué es el PP y llenar el vacío de nuestra comprensión política Paulus se desmarca de pronto y nos deja con las ganas, perdidos de nuevo en un espacio de posibilidades infinitas, ininteligible para la razón, salvo que sea el periódico. Porque como esperemos a que nos lo aclare Moreno Bonilla estamos apañados. Para él todo es transparencia y una vox misteriosa que nos llama desde dentro y ya está...

  Es curioso pensar en la cantidad de sabiduría y belleza que debe de pasar cada día ante nosotros sin que nos demos ni cuenta, o incluso la cantidad de sabiduría y belleza que sí vemos pero nos parece otra cosa, algo intrascendente o incluso vulgar. Quizá no es que no existan respuestas, sino que no las distinguimos entre tanta confusión y talent show de megalomanías, y que para encontrar una armonía competente es más práctico librarse de incordios mentales que andar con complejas ecuaciones celestes. La de veces que no nos habremos encontrado con algo grandioso que ni notamos siquiera, que descartamos y concluimos que no es nada antes de haberlo pensado con atención. Al final una buena sentencia, un buen verso, no refleja más que ese tipo de momentos en los que alguien se para y descubre algo que en realidad siempre estuvo ahí, ante nuestros ojos, pero no habíamos observado, reflexionado o disfrutado todavía, como si tuviésemos el filtro de la mirada lleno de porquerías y porqués. "Un conejo dormido es un juguete que sueña", suelta alguien de repente, y te quedas bocas, ya que aunque tu cerebro y tu sensibilidad nunca se habían percatado del prodigio, y hasta pueden encontrar motivos para dudar de que sea del todo cierto, entienden que en alguna medida es así. La pátina que hacía patinar nuestra visión se pira y comprendemos más y mejor de algún modo. Y en ese sentido estoy seguro de que en Pablo Casado hay un poeta latente, desaprovechado. Está siempre ahí en el límite, a punto de descubrirnos el fenómeno, de mostrarnos la tesis, si bien hay algo que se lo impide, que lo reprime cuando ya está a un milímetro de consumar la revelación. ¿Sus asesores de prensa tal vez? No lo sabemos, pero sobran ejemplos de esto que digo, cada dos o tres días nos suelta una de estas perlas en bruto, y ya va siendo hora de que le dejen volar la psique como las gaviotas de su logo, o de su logos o lo que sea. Mirar hacia el futuro y contarnos lo que ve, que es lo suyo...  

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