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    Los diarios están llenos de artículos sobre la lucha "a muerte" entre Casado y Ayuso. Aunque a mí lo que me ha sorprendido es enterarme en uno de que ella es dos años y pico mayor que él, cosa que ni sabía ni imaginaba. Doña Isabel parece más joven, para que luego digan que nunca le echo piropos, si bien no lo digo por ser galante, que es una palabra que creo que es la primera vez que escribo en mi vida, sino porque es algo que me llamó verdaderamente la atención al leerlo, como cuando descubrí que Eduardo Inda era más joven que Brad Pitt - y con casi un lustro de diferencia, por no hablar del lustre. Supongo que dedicarse a gestionar el Twitter del perro Pecas rejuvenece mucho más que todas esas cremas y potingues que anuncian. Cada ¡guau! pecoso te quita como treinta y pico años de encima de repente. Ni exfoliantes ni antiarrugas consiguen ese efecto de pizpireta adolescencia, y eso que compite contra alguien cuya trayectoria académica podría hasta hacerte sospechar que no ha superado el bachillerato todavía. La travesía de Casado está también llena de travesuras y declaraciones de pura inocencia, qué duda cabe, pero cuando dices la señora Ayuso ese "señora" te rechina, y si encima la escuchas casi parece que acaba de salir de una sesión continua de recreo, de una de esas discusiones pueriles que suelen acabar con un pues aquí se explota y en tu culo rebota o por ahí. 

   En realidad es un momento delicado de la vida ese en el que descubres que buena parte de los parlamentarios y candidatos son más jóvenes no ya entre sí, sino que tú. Para otros estás más o menos preparado, como ese en el que una chica te trata de usted por primera vez o cuando te encuentras la barba llena de canas. Claro que empezar a darte cuenta de pronto de que los diputados y diputadas son unas criaturas ya es más duro de madurar. En vez de miembros de órganos colegiados te parecen colegiales a secas, y los oyes ahí peleando por cosas que ni entiendes y con unas fantasías y unos vislumbres rarísimos. "¿Pero qué ha pasado aquí?", piensas, mientras los ves insultarse y desafiarse a peleas en la calle o reírse en pandilla y jugar al Frozen en el escaño... A Iñigo Errejón pidiendo responsabilidad... Hay días que casi te dan ganas de entrar al congreso y sacarlos de una oreja para llevarlos a casa y decirles a sus padres que a ver si los controlan un poco, que menuda la que están liando. "¡Y tú más!". "No, yo no, chaval... Yo estoy en mi casa blogueando y jugando al ajedrez y sin joder a los demás, ¿eh?... Que igual te llevas una galleta pero sin chocolate... Y dile a tu amigo que deje de escupir huesos de aceituna por ahí que eso es de muy mala educación...". "¡Se llama Teodoro y hace lo que quiere, comunista!". "Pues los voy a recoger y cuando venga a pedir chuches en Halloween o el voto le voy a dar una bolsita llena... Que ya sabes tú que los comunistas somos así de redistributivos...". 

   Es entonces cuando comprendes a esos viejos gruñones que salían de repente como fieras corrupias cuando te ponías a armar escándalo. Porque estos de escándalos tampoco se quedan cortos, que todos los días montan uno y no hay quien los pare. Algunos se pasaban con el cabreo, vale, pero con otros casi empatizas y te haces cargo de su situación. Y eso que tú no robabas nada, que si en vez de dar los pelotazos con un balón hubiesen sido inmobiliarios o bursátiles o di tú ya te habrían cruzado la cara además de la calle. "¿Qué llevas ahí escondido...?". "Nada". "¿Cómo que nada? ¡Enséñamelo ahora mismo!". "Es un secreto procesal". "¿Un secreto pro...? ¡Me cago en...! ¡Pero si son billetes de quinientos! ¿De dónde has sacado eso tú? De tu paga no creo...". "De nadie... Me los encontré debajo del fregadero...". "Sí, de algún fregado seguro que son... Pero que no sean de nadie ya me parece más complicado...". Que una cosa te voy a decir: a nosotros no nos consentían tanto, ni nuestras abuelas siquiera, y no entiendo por qué a estos sí. Están sin cepillar y pillando a dos manos la mayoría... Tú imagínate si en tus tiempos se ponen a anunciar por todas y todos los partes que tú y un chico al que le sacas dos años vais a luchar en público a muerte sin que nadie sepa ni por qué, sólo porque os da la puta gana de llamar la atención. Os llevan a asuntos sociales pero ya... "A mí no me gustan los asuntos sociales... Me quitan la libertad...". "Pues te aguantas... ¿Y qué es eso de los atascos y tomar cañas...? ¿Se lo has contado ya al psicólogo de la comunidad...?". Porque otra solución yo ya no la veo. 

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